¿Cuál fue la primera estafa piramidal de la que tenemos constancia?, y ¿Quién la llevó a cabo? Tal vez estés pensando en Carlo Ponzi, estafador y delincuente del mundo financiero por el que coje nombre este tipo de grandes estafas financieras, también llamadas “Esquemas de Ponzi”.
Sin embargo, no. Existió un precedente antes de la aparición de la estafa de los cupones de Carlo Ponzi. Concretamente unos 50 años antes, en la Madrid de mediados/finales de siglo XIX y su autor, o mas bien autora, fue Baldomera Larra.
Pero, ¿Quién fue Baldomera Larra?, ¿Qué clase de estafa llevó a cabo? ¿Con qué finalidad? y sobre todo, ¿La acabaron pillando?. Hoy, vamos a conocer su historia.
¿Quién fue Baldomera Larra?
Baldomera Larra, fue hija del gran literato español Mariano José de Larra, influencia que le valió para contraer matrimonio con el médico personal del Rey de España de ese momento, Amadeo I de Saboya.
Tras la restauración de los Borbones con Alfonso XII a la cabeza, Amadeo I tuvo que volver a Italia, y por dimes y diretes políticos, el esposo de Baldomera (médico personal de Amadeo I), tuvo que exiliarse en Cuba.
Retrato de Baldomera Larra
Con todo, la hija menor del literato, acostumbrada desde la cuna a un alto nivel de vida, se vio de repente en la Madrid de finales del siglo XIX sola, con tres hijos y sin dinero.
La primera estafa piramidal… ¿fue por accidente?
Tras pasar varios meses de penurias, en la primavera de 1876 se le ocurrió pedirle a una amiga suya una onza de oro (recordad que aquellos años el mundo occidental funcionaba bajo el patrón oro), a cambio de devolverle al trimestre siguiente el doble, es decir, 2 onzas.
Ésta, no solo aceptó encantada, sino que corrió la voz entre sus acaudalados amigos. En pocos días, llegaron pequeños ahorradores de todas las partes de Madrid a los que ella les acabaría prometiendo una rentabilidad mensual del 30%, como había hecho con su amiga.
Se dice que incluso hubo niños que rompieron sus huchas para llevarle el dinero a Baldomera. Tal fue el caudal de dinero que llegó a manejar, que en mayo de ese mismo año fundó La Caja de las Imposiciones, donde llegaron a trabajar cinco personas. Este hecho, marcó que a partir de ese momento la burguesía madrileña pasara a llamarle Doña Baldomera.
Sin embargo, no había ningún negocio detrás de sus exquisitas rentabilidades del 30% mensual. Simplemente, con lo que recogía de los incautos impositores, pagaba a aquellos que querían sacar el capital invertido el mes anterior.
Y pese a todo, ella se hacía de querer y cuando le preguntaban de dónde salían esas impresionantes rentabilidades, siempre respondía “es tan simple como el huevo de Colón”. Mientras que si le preguntaban cuál era la garantía de la Caja de las Imposiciones en caso de quiebra, ella respondía: “¿Garantía?, una sola: tirarse del viaducto”.
El Colapso y la fuga
Pronto se dio cuenta de que la operativa que ella misma había creado, estaba cerca de colapsar, así que una tarde de diciembre de 1876 (tan solo 7 meses después de su creación) y tras acudir al teatro, desapareció de Madrid con más de 20 millones de reales y 5.000 ahorradores estafados.
Cuando fue hallada en Francia, se pidió su extradición a España, donde fue condenada a 6 años de prisión.
De hecho, la sentencia fue portada de El Imparcial y de La Época el 26 de mayo de 1879, dos importantes diarios de la época, muestra de la repercusión que tuvo el caso. Mientras, todos sus colaboradores fueron absueltos.
¿Qué fue de Doña Baldomera?
Lo más curioso del caso, es que solo pasó un año y medio en prisión, debido a que su abogado (que había trabajado con ella en la Caja de las Imposiciones), se dio cuenta de que al ser una mujer casada, ninguna de las operaciones de “capitalización” que había realizado estaba consentida por su marido (quien seguía exiliado en Cuba), por lo que no podía ser procesada por algo que no estaba ni siquiera permitido (a efectos de la Ley de la época).
Con todo, Baldomera Larra salió de la cárcel libre de cargos tras haber estafado a mas de 5.000 madrileños, un dinero que nunca acabaría devolviendo.
Es importante mencionar que a pesar de la estafa, gozaba de cierta simpatía tanto del pueblo llano, como de la aristocracia madrileña, y prueba de ello, es que en muchos lugares era conocida como La madre de todos los pobres.
Además, también se escribieron canciones acerca de su vida como El gran camelo y Doña Baldomera, las cuales contribuyeron a blanquear su estafa.
A partir de ese momento, se le perdió la pista y se desconoce qué fue de su vida. No obstante, se especula que se fue a Cuba con su marido, donde pasó sus días hasta su fallecimiento en 1915.
Este es pues el primer caso de estafa piramidal del que se tiene constancia, por lo tanto, cuando hablamos de estafas piramidales o “Esquemas de Ponzi”, en realidad deberíamos hablar de “esquemas de Larra” o, si no queremos manchar el apellido de nuestro gran literato, de “Esquemas de Baldomera”.
Y es qué, esta historia nos debería hacer ver que los estafadores han existido y, desgraciadamente, existirán siempre. Sí que es cierto que ahora parece que hay más, ya que la tecnología y los medios de comunicación han permitido una mayor difusión, pero en realidad siempre los ha habido.
Esta historia nos debería de prevenir de todos esos chiringuitos financieros, que nos prometen rentabilidades imposibles, a la misma hora que advertir que si tomamos la decisión de ser gestores activos de nuestros patrimonios a través de la inversión en bolsa, antes de depositar el dinero, debemos informarnos de cómo está regulado nuestro posible broker (y si es un regulador de primer nivel), y qué garantías ofrece en caso de quiebra.