Los responsables de la entidad reconocen una gran incertidumbre sobre Covid.
Las advertencias de los supervisores en los últimos meses sobre la próxima ola de quiebras empresariales y un fuerte aumento de la morosidad se reflejaron en las cuentas del cuarto trimestre de 2020 de Bankia, presentadas ayer.
La entidad nacionalizada cerró el año con más de 12.200 millones de euros en préstamos colocados en la categoría de supervisión especial (etapa 2, en la jerga del sector) para anticipar el potencial deterioro de empresas que han comenzado a mostrar síntomas de vulnerabilidad.
Las carteras de préstamos de empresas vulnerables aumentaron en más de 4.100 millones en comparación con el tercer trimestre de 2020, lo que representa un aumento de más del 50% en solo tres meses. En la actualidad, nueve de cada cien euros tomados en préstamo por el banco a empresas están sujetos a esta supervisión especial, que también implica un mayor esfuerzo en provisiones respecto a los préstamos normales, ya que hay que calcular la pérdida potencial para toda la vida de la operación. en comparación con el tratamiento anterior, que implica solo un cálculo de la pérdida esperada a los 12 meses.
Según ha explicado el consejero delegado de Bankia, José Sevilla, la entidad ha realizado esta reclasificación de acuerdo con los criterios prudenciales del Banco Central Europeo y con el fin de reducir un potencial «efecto roca» provocado por la finalización de las ayudas financieras públicas y privadas (moratorias, ICO préstamos …), que serán retirados, previsiblemente, a lo largo del año.
En 2021, habrá un aumento de las tasas de morosidad en el sector bancario, según Sevilla. Sin embargo, todavía existe un alto grado de incertidumbre en cuanto al nivel de aumento de los valores predeterminados. «El aumento de la delincuencia dependerá de la vacunación y la ayuda pública, entre otros factores», reconoció el ejecutivo, y destacó que lleva más de un año monitoreando a sus clientes en apuros.
Menos margen, más comisiones
La pandemia de coronavirus marcó los resultados del banco que preside José Ignacio Goirigolzarri en su último ejercicio en solitario (ya que se espera que la integración en CaixaBank se cierre en los próximos meses). Bankia ganó 230 millones en 2020, un 57,6% menos que hace un año, afectado principalmente por las mayores dotaciones forzadas por Covid-19.
A pesar del fuerte descenso del beneficio, los responsables del banco nacionalizado se han mostrado relativamente satisfechos con la evolución de la entidad en el último año. Tanto Goirigolzarri como Sevilla destacaron el «músculo comercial» del grupo, más en un momento como el actual, con los preparativos en marcha para una fusión.
La tasa de interés promedio cercana a cero pesó sobre el margen de interés, que cayó un 5,9% el año pasado. Sin embargo, Bankia registró un incremento en los ingresos por comisiones del 12,2%, que compensó con creces la disminución de la mayor parte de la cuenta de resultados.
Sin embargo, la intensidad comercial no fue suficiente para lograr niveles de rentabilidad ni siquiera cercanos a las aspiraciones de quienes dirigen el banco. Por ello, clasificaron esta columna como el aspecto más negativo del año. En el lado positivo, hubo una reducción de los activos dudosos por debajo del 3% al final del año, con uno de los ratios de capital más altos del sector: 15,48%, tras sumar 246 puntos básicos del CET1 totalmente cargado en 2020, de los cuales 72 se logran mediante generación orgánica y el resto con efectos regulatorios positivos y mediante optimización lograda a través de modelos internos de riesgo.