De la actividad en la oficina a no desconectar del trabajo en casa. Seis meses de teletrabajo intensivo e improvisado están pasando factura a la salud emocional y al rendimiento de muchos profesionales.
Cinco horas de trabajo en remoto equivalen a ocho horas en presencial. Este dato puede servir para confirmar que el teleletrabajo es agotador. Manel Fernández es profesor en la UOC y coach de empresas, y hace esta afirmación como veterano del trabajo a distancia y también como experto en gestión de personas. Explica que la razón de esa equivalencia es que, en condiciones normales y con una gestión adecuada, en el teletrabajo no hay interrupciones… y hasta las reuniones virtuales son más eficaces, «tienen un principio y un fin, la gente interrumpe menos y escucha más, aumenta la atención… por eso también son más cortas que las presenciales, que se prestan más a la divagación». Lo tiene claro: «El teletrabajo está fundamentado en objetivos».
Parece que un buen planteamiento de la jornada que obedezca a las tareas a cumplir es la clave para reducir los niveles de estrés. ¿Sabía que el 42% de los teletrabajadores padece estrés frente al 29% de los que realizan su trabajo en la oficina, y que el 75% los profesionales en remoto es incapaz de desconectar de su trabajo?Esto, según un estudio de Cigna, supone un 10% más que a principios de año. El profesor de la UOC asegura que es absolutamente normal que la gente padezca los síntomas psicoemocionales de una falta de adaptación a una nueva manera de trabajar: «En la mayoría de los casos trasladó la oficina a casa. Somos más flexibles en la consecución de objetivos en presencia y ahora hay que hacer lo mismo, pero en remoto. Es la tormenta perfecta. No se ha aprendido a teletrabajar desde hace meses. Lo que está sucediendo es una consecuencia de la falta de planificación y mentoría». Tanto es así que un informe realizado por Cobee -plataforma digital que gestiona beneficios para empleados y empresas- confirma que un 76% de los trabajadores elegiría tener un salario anual más bajo si cuenta con beneficios como un seguro médico, atención psicológica o un gimnasio online.
La nueva rutina
José Manuel Chapado, socio de Éthica Consultores, piensa que si el teletrabajo hubiera sido voluntario y más paulatino, «lo más probable es que no se habría producido cambio alguno. Al menos, ninguno significativo. El cambio requiere premura y necesidad. Los cambios no esperan, se producen, se nos vienen encima casi sin alternativa». Muchos asumieron el teletrabajo con el entusiasmo propio que supone trabajar desde casa, pero con el convencimiento de que se trataba de una situación pasajera. Transcurrido más de medio año desde el primer estado de alarma (14 de marzo), a algunos ya les cuesta asumir y sostener esta rutina.
Julio Moreno, senior partner de Korn Ferry, reconoce que, aunque algunas empresas lo gestionaron bien desde el principio, la mayoría actuó como si fuera una circunstancia pasajera: «Unas pocas semanas y volvemos a nuestras rutinas habituales’. Muchos trabajadores también. Nos volvimos telemaniáticos. Sentados en una mala silla hemos pasado innumerables horas jugando una especie de partido de ping pong con los emails, las videollamadas y los mensajes que se iluminan en el móvil, o aparecen en una esquina del monitor. Sin reflexionar sobre cómo toda esta demanda ininterrumpida de atención estaba afectando a nuestra productividad, salud y bienestar».
Se improvisó una nueva rutina sin tener en cuenta las consecuencias a medio plazo. Ana Romeo, directora de RRHH de Cigna España, explica que no existió un margen para analizar los desafíos que la plantilla debía afrontar con el teletrabajo, tales como aprender a autogestionar el tiempo, la menor interrelación con el resto de la plantilla, una mayor dificultad para desconectar del trabajo o, incluso, «la aparición de factores de riesgo para la salud, como un incremento del sedentarismo». Por esta razón, Romeo cree necesario un esfuerzo por parte de las empresas para tener una actitud más proactiva de contacto con los empleados. Habla de mantener una conversación abierta y constante para conocer de primera mano los problemas a las que se están enfrentando, «ofrecerles una solución y ayudarles a normalizar temas que, hasta no hace mucho eran considerados tabú, como el estrés o la depresión. En definitiva, cuidar de una forma más directa de su salud emocional para que su motivación y productividad no se vean afectadas».
La autogestión
Centrarse en lo positivo y en situaciones cuyo cambio esté en nuestras manos es una de las propuestas que hace Juan Antonio Fernández, socio fundador y director general de Habittud, para mantener un buen ritmo de trabajo online y eludir el estrés. No obstante, subraya que «las compañías deben trabajar mucho la parte psicológica y emocional de sus trabajadores para evitar momentos de ansiedad o estrés» que suponen una gestión inadecuada del trabajo en remoto. Chapado insiste en que «si el teletrabajo nos estresa más, es porque hay algo que hacemos mal. Necesitamos desmontar algunos errores, sobre todo uno muy concreto: teletrabajar no debiera suponer trabajar un mayor número de horas». El socio de Habittud menciona que, por parte de la empresa, es necesario un respeto absoluto por el horario laboral: «No pensar que al trabajar en remoto, el empleado está disponible las 24 horas los 7 días de la semana».
La cultura
El teletrabajo intensivo está revolucionando la manera de trabajar y también las culturas corporativas. Moreno apunta que éstas «no deben estar escritas en piedra, porque tienen que cambiar en función del entorno. Éste, nos guste o no, es ahora nuestro entorno y la cultura de las organizaciones ya está cambiando. Disminuirá el presentismo físico y también el telemático porque no es sostenible. Las empresas se fijarán más en los resultados que en los horarios, o en si estás siempre conectado». Marta Romo, socia de BeUp, añade que «en momentos de incertidumbre es clave trasladar la visión de la compañía a todos los profesionales con transparencia, por eso la comunicación ha de ser constante y cercana. Los rituales tienen que ver con la rutina».
¿Dejamos de ser humanos en remoto?
Hablar, reír, comentar, discutir, reunirse, observar, criticar, eludir responsabilidades y… trabajar. La tecnología es ‘culpable’ de que todo esto sea posible en remoto -siempre que el puesto permita la actividad online-. Pero… no es lo mismo. El coronavirus obligaa una socialización virtual; hemos pasado de seres sociales a virtuales. Aunque al principiodel confinamiento algunos reconocían su atractivo, ahora huyen hasta de los encuentros virtuales con amigos y familiares que animaron el ocio en casa al comienzo de la pandemia. Marta Romo, socia de BeUp, recuerda que el ‘quédate en casa’ para algunos es un auténtico suplicio, porque su hogar no es un lugar ideal para pasar tanto tiempo encerrado, por estar solos o por tener relaciones deterioradas y acrecentar situaciones incómodas: «El impacto en negativo también puede reflejarse en alteraciones cognitivas como dificultades de atención, de concentración, pérdidas de memoria, embotamiento, pensamiento rumiante, etcétera».
Juan Antonio Fernández, fundador de Habittud, dice que «recuperar los hábitos sociales hace que generemos oxitocina, una de las hormonas de la felicidad». Por eso, siempre que la situación lo permita, ambos son partidarios de un modelo híbrido, «que pueda ser una opción ir por días a la oficina, no una obligación», señala Romo, quien subraya que tratar de coincidir con compañeros de equipo es una manera de desconectar del trabajo en casay reforzar vínculos debilitados por la distancia física. Algunas empresas ya confiesan fisuras en su cultura corporativa por la ausencia de relaciones personales.
José Manuel Chapado, socio de Éthica Consultores, insiste en que si el teletrabajo no se plantea bien, «la ausencia de socialización puede minar el orgullo de pertenencia, la organización del trabajo y la cuenta de resultados». Nadie duda de que estamos ante un cambio que demanda gestión. «Tenemos que generar nuevos modelos de interacción que partan de las oportunidades y facilidades del teletrabajo, no de nuestras costumbres anteriores, multiplicadas por la tecnología», concluye Julio Moreno, senior partner de Korn Ferry.